Mapa de Macquarie |
Macquarie es una isla situada en el Océano Pacífico meridional y perteneciente a Australia.
La isla se ubica a medio
camino entre Australia y la Antártida, pero políticamente forma parte del
estado australiano de Tasmania.
Su altura máxima es de 410
metros de altitud.
La isla es parte emergente de
la dorsal submarina de Macquarie, que se elevó en esta de zona de contacto
entre la placa tectónica indoaustraliana y la del Pacífico. La conservación
geológica del sitio es de suma importancia, ya que es el único lugar del
planeta donde hay formaciones rocosas procedentes del manto de la Tierra,
situado a seis kilómetros de profundidad bajo el lecho del océano.
Macquarie fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en
1997. Su área protegida abarca 12.785 hectáreas.
Situación de la isla de Macquarie en el Océano Pacífico |
Datos estadísticos:
Superficie - 127,8 Km²
Población - No hay población
permanente
UN POCO DE HISTORIA
Macquarie fue descubierta accidentalmente por el australiano Frederick Hasselborough en 1810.
Entre 1911 y 1914 la isla se
convirtió en una base para la expedición antártica Australasian.
En 1933 las autoridades
declararon la isla un Santuario de Vida Silvestre de Tasmania.
En 1972 se convierte en una
reserva estatal de conformidad con la Ley de Vida Silvestre de Tasmania.
En 2004, un terremoto de
magnitud 8,1 es la escala de Richter sacudió Macquarie, pero causó pocos daños.
En 2008 un nuevo terremoto,
esta vez de 7,1 grados, volvió a sacudir a la isla.
BASE ISLA MACQUARIE
La isla alberga una estación
de investigación llamada Base Isla Macquarie. La estación fue abierta en 1911
por Douglas Mawson.
Desde 1948 la base se usa para
fines científicos.
La investigación científica se
centra en la biología, ciencias de la tierra, meteorología y el impacto humano
en el medio ambiente. Las aves que se reproducen en la isla son claves para una
serie de proyectos de investigación.
Base Isla Macquarie |
Base Isla Macquarie |
Base Isla Macquarie |
Pingüinos en la Base Isla Macquarie |
FLORA Y FAUNA
Las plantas de la isla rara
vez crecen más de 1 metro, aunque la hierba "Poa foliosa" puede
crecer hasta 2 metros en las áreas protegidas.
Hay más de 45 especies de
plantas vasculares y más de 90 especies de musgos, así como muchos líquenes.
Los pingüinos reales y
cormoranes Macquarie son especies endémicas, mientras que los pingüinos Rey,
pingüinos de penacho amarillo del sur y pingüinos Gentoo, también acuden en
gran número a reproducirse en la isla.
Se estima que la población de
pingüinos reales es de más de 850.000 parejas, una de las mayores
concentraciones de aves del mundo.
Existen más de 80.000 individuos
de elefantes marinos del sur, así como focas subantárticas, lobos marinos
antárticos y lobos marinos de Nueva Zelanda.
La isla ha sido identificada
por la BirdLife International como un área importante para las aves, ya que en
ella viven alrededor de 3,5 millones de aves marinas reproductoras de 13
especies.
Elefantes marinos |
Elefante marino |
Pingüino Rey |
Pingüino Real |
Vegetación de Macquarie |
ESPECIES INVASORAS
En 1878, fueron introducidos
en la isla conejos por los cazadores de focas.
A finales de 1960, la
población de conejos se había vuelto tan numerosa y tan destructiva de la
vegetación, que las autoridades australianas introdujeron el virus de la mixomatosis,
una enfermedad que afecta a estos animales, con vistas a controlar sus
poblaciones.
En 1980 la población de
conejos se había reducido considerablemente y la vegetación se recuperó.
Pero, los gatos que habían
sido introducidos para alimentarse de los conejos se tornaron depredadores con
las aves nativas.
Ante el temor de que las aves
corrieran riesgo de extinción, las autoridades regresaron a la isla en 1985 con
vistas a erradicar a los gatos.
En el año 2000 los gatos
fueron exterminados.
Sin los felinos depredadores, la población de conejos aumentó de nuevo y en tan solo seis años, ha causado enormes daños, dejando en algunos lugares el suelo remozado y desnudo.
ISLA MACQUARIE SEGÚN JUDITH SCHALANSKY
Este pedazo de tierra
escarpado donde nunca deja de llover nunca fue parte de la corteza terrestre,
sino que emergió directamente de las profundidades marinas. La isla Macquarie no es más que un trozo
desgajado del suelo submarino, expulsado por azar sobre la superficie, como una
columna vertebral que se arquea sobre la espalda del océano. Aquí mismo, a
medio camino de la Antártida, donde las aguas templadas del norte convergen con
las frías corrientes del sur, el mar siempre está agitado y es una zona
muy peligrosa para los navegantes.
En enero de 1840 la
tripulación del Peacock logró llegar
a la isla sin perder su barco con enormes esfuerzos. Una vez en tierra firme
los marinos exploraron el agreste paisaje, recogieron ejemplares de la escasa
vegetación y el teniente Charles Wilkes
llegó a la siguiente conclusión: La isla Macquarie
no ofrece ningún interés para los viajeros.
Tan solo el cadete Henry Eld se siente abrumado por el lado
salvaje de la isla, cuando se adentra en
solitario por una zona escarpada y escala el monte más alto de la isla, el Hurd Point. En cada bahía, en cada
playa, restos de distintos naufragios se desmoronan, cubiertos de moho y
salitre, semiocultos bajo la poca vegetación, son esqueletos de barcos en medio
del mar de los más de mil pingüinos que viven en la isla. Aunque Eld ha escuchado bastantes cantos de
pájaros en otras islas deshabitadas, no estaba preparado para la inmensa
cantidad de gorjeos y trinos que resuenan por Macquarie. Todas las laderas de las escarpadas colinas se
encuentran literalmente cubiertas por estos animalillos, que ensordecen al
cadete con sus estridencias; nunca antes había oído tanta diversidad de
graznidos, ni esos terribles chillidos y parloteos que parecen lenguas
desconocidas; nunca había podido imaginar que cuerpos tan pequeños pudieran
cantar tanto y tan alto. Las aves lo persiguen por todos los lados e intentan
atraparlo, rasgan su ropa e intentan picotear su piel, tanto que tiene que
encogerse y apartarlos con golpes violentos. Con sus pecheras pálidas, sus
cabecillas oscuras y sus picos afilados acorralan y acechan al intruso; los
pájaros se acercan cada vez más, fieros e inquebrantables, con pasos solemnes y
serios, parecen casi como un severo rector de mirada torva y uñas afiladas, atacan
a Henry Eld por todos los flancos y
este desaparece totalmente, cubierto por un manto claroscuro de plumas.
Sellos de Macquarie |
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Me encanta tu blog pero aquí has cometido un error. Se pueden encontrar rocas del manto en varios lugares del mundo, como por ejemplo en Cabo Ortegal, en Galicia.
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